Deseo que nunca te olvides que no naciste para ser princesa
Deseo que te hayas dado cuenta que no eres una princesa, que no naciste para ser intocable, que la vida no es tan fácil, que no siempre hay alguien para rescatarte y que quién te rescata, no necesariamente se queda.
Estoy convencida que te diste cuenta, que si besas a un sapo no se convierte en príncipe, que tu sangre es roja, que las calabazas no se transforman en carruajes ni un reloj decide a que hora termina tu fiesta. Imagino que sueñas cosas más reales, que la vida se ha encargado de mostrarte que hay más colores además del rosa y que lo ha hecho de una forma no tan delicada.
Seguro has entendido a fuerza de golpes, de caer y levantarte, de esperar, de secarte las lágrimas y apagar las penas. Y no ha sido en cuestión de una noche, posiblemente han sido varias. Varías noches de reproches, de preguntas sin respuestas, de raspones que no se curan, de abrigos que no abrigan.
Así has crecido, los cambios te han atravesado como una lanza de un lado a otro, las decepciones han llegado, el mundo te ha enseñado que los zapatos de cristal son un invento, y a cambio has tenido que aprender a caminar descalza sobre los vidrios rotos.
Las injusticias te quemaron los ojos, la insensibilidad acabó por zarandearte y
seguramente lo notaste, si, que allá en el fondo no estabas tan sola, que había algo más dentro de ti ¿Quizás una niña rebelde? ¿Quizás una mujer libre? Ciertamente dentro tuyo (como dentro de todas) vivía una guerrera. Y la despertaste, tu dolor la despertó y a su vez ella te despertó a ti.
Ahora no hay quien te cuente ningún cuento, la verdad la tienes tú, has encontrado la manera de curarte, la forma de salir de cualquier agujero. No hay jaula que te aprisione, esquema que pueda contenerte, persona o sitio que pueda esclavizarte.
Eres fuerte, pero más que antes. Porque crees, porque tú eres tu propia medicina y en ti misma está la fuente. Eres fuerte porque no dependes de otros, porque tienes ideas y apuestas por ellas, porque sabes razonar y dar tiempo al tiempo, porque no mueres por nadie, porque has aprendido a vivir para ti.
Deseo que nunca te olvides que no naciste para ser princesa. Deseo que hayas encontrado a la mujer segura, hermosa y valiente que habita en ti.
Esa, la mujer que lucha y gana sus propias batallas.
Nunca dejes que se duerma.
—Amy Rodriguez
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