¿Y si fueran futbolistas en vez de mujeres asesinadas?


El hecho de que exista un cálculo de mujeres asesinadas es ya muy simbólico. No existe un listado de políticos, futbolistas o abogados asesinados al año. Tampoco de camioneros o zapateros. Sin embargo, sí de mujeres. Un total de 18 en los tres primeros meses del año, cinco en los dos últimos días. Lo más increíble es que estos datos no generan ninguna reacción política ni social contundente. Supongamos que hubieran sido asesinados 18 futbolistas en tres meses. ¿Qué es lo que hubiera ocurrido? ¿El secretario de Estado de Deportes hubiera afirmado que los partidos políticos se sentarían a dialogar sin concretar fecha ni términos, tal y como ha hecho la secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Susana Camarero? O ¿las reacciones hubieran sido mucho más rotundas? En esta teórica situación, las calles se inundarían de aficionados y no aficionados al fútbol para solicitar medidas radicales y urgentes.  Los clubs deportivos, periodistas, la UEFA, la FIFA, el Comité Olímpico Internacional y un sinfín más de entidades deportivas organizarían una movilización social de tal envergadura que los políticos, a los cuales les encanta acudir a los eventos deportivos más importantes, hubiesen tomado medidas enérgicas, drásticas e incluso extremas para acabar con lo que darían por llamar ‘terrorismo deportivo’. ¿Recortarían apoyos al deporte?, ¿justificarían de algún modo los asesinatos?, ¿culparían a los futbolistas por no ganar los partidos o mostrar una actitud pasiva?, ¿se lavarían las manos para ocuparse de temas más trascendentales? No, definitivamente no. En esta situación imaginaria, no cabría ninguna duda de que se tendría que perseguir a los culpables, juzgarles e ingresarles en prisión para acabar con la mayor brevedad posible con el asesinato de víctimas inocentes. Sería un rápido y contundente trabajo para evitar más asesinatos similares.  Fuerzas policiales, políticas, deportivas y ciudadanos actuando conjuntamente para evitar más muertes.  Medidas lógicas. 

Sin embargo, son las mujeres las que son asesinadas. Las que por el simple hecho de serlo mueren a manos de sus parejas o ex parejas.  Las que diariamente sufren en cualquier parte del mundo humillaciones, violaciones, violencia de diversos tipos por ser mujeres. Y es más, incluso son cuestionadas y sus declaraciones son puestas en tela de juicio. De hecho, aún está demasiado interiorizado el discurso de ‘la maté porque era mía’ o el ‘algo habrá hecho’. ¿Pensaríamos lo mismo si fueran banqueros, tenistas o camareros? 

¿Qué es lo que tiene que ocurrir para que realmente respondamos con contundencia ante estos asesinatos?, ¿durante cuánto más tiempo permaneceremos calladas y callados mientras nuestras madres, hijas, tías, compañeras de trabajo o amigas son maltratadas?, ¿seremos capaces de plantarnos e iniciar una verdadera revolución para acabar con el asesinato de más mujeres?, ¿dejaremos de culpar a la víctima por no denunciar, no actuar, no responder? ¿seguiremos responsabilizándola de los golpes, los insultos y el maltrato? 

¿Acabaremos con este sistema patriarcal que cada año nos asesina y además nos acusa? 

Perdonen las molestias, pero nos están asesinando.  

Esther Benito 

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